sábado, 5 de marzo de 2011

PANTA REI

Otro deseo parecido al anterior.

                                 PANTA REI



En las jornadas de equinoccio, mecidas al levante otoñal,
nacen las púrpuras veladas y el alba de sueños convocados.
En las noches frías de octubre, el tácito estío, de cristal
que al aire y al mar viste, es ya un rescoldo de oro ahogado.

Luego el otoño fallece, y de igual manera mortal,
caen en la hélice inexorable la parda y hollada hoja crujiente,
la lluvia maquillada y triste, y la melancolía sideral,
y la luna, con leves trapos, tímida, tapó sus viejos dientes.

¡Cuántas veces habré soñado que como en el devenir de un año,
se extirpen de este mundo las penurias y los crueles infortunios!
¡Que el metal alimente olivos, que la salud persiga al daño!

¡Que el pobre conozca la generosidad de avaros plenilunios!
Que del rumor de un tiempo nuevo muera el inveterado huraño,
y el mundo se ancle tierno, siendo este poema su preludio.

EL PESCADOR

Una crítica al sistema actual humano.

                                            EL PESCADOR

Barco, barquito, barcón,
Barco chiquito de pesca
Que sin más lucifería
Que dos faroles de yesca,
Fucilando el negro mar,
Caminando arabesca,
Como Caronte olvida,
Dibuja una onda grotesca.

Pescador que en silencio
Proclama con cinco redes
La magnitud de su imperio,
Halagando a las mercedes
Del mar, pobres, verdulentas,
Con anzuelos tantas veces
Contados con su paciencia.
La noche mientras perece.

La mar amanece en blanco,
Sastre el sol de sus aguas,
Y el hombre está aterido
De vuelta hacia su casa
Guardando enfado y cansancio
Entrando por la huerta clara.
¿Qué pescaste? - habla la voz
Que busca alivio en la dama.
“Hoy no pesqué casi nada,
La mar estaba muy salada”.

Culpable guarda la villa
A sus gentes en silencio
Con sus ropas amarillas,
Inveterados y necios.
El cielo plañe diluvios,
Y el mar golpea fuerte,
Seca la tierra su efluvio
Trocando todo en muerte.

Nadie cede su consuelo
En este orbe pertinaz:
A la mar, tierra y cielo,
¡Dejadlos dormir en paz!

jueves, 3 de marzo de 2011

COPLA

                                          COPLA

¿Qué tienen tus palabras apagadas
que asolan afligidas flores mustias?
¿Qué tienen las ráfagas del invierno
que embarcan pétalos con tus angustias?

ANCIANA

                                       ANCIANA



A ella acudirá el postrero ocaso,
sobre su pelo acerino de vieja,
sobre el cristal opaco que la espeja,
sobre su ojo de terciopelo raso,

Sobre el antiguo reló con retraso,
y sobre su ajada alameda,
un dorado vestigio que le queda,
asesinada por del tiempo el paso.

Asolada mansión en el camino,
abandonada en tierras acedas,
esperando la capa del destino,

Con la oscura vejez de su belleza,
despreciada hija anciana de otros ríos,
tan sólo queda ella… ella y su alameda.

EL TINTERO

                                                PALABRAS SUICIDADAS



Olvidadamente ahogadas en el tintero
dejé, ocultas con falacias, muchas palabras
de amor, vestidas con proposiciones falsas,
flagelos de amor y un te quiero.

Bailando el matiz del lápiz insincero
guardé la llama y la vesania
desplazadas con hipócritas plegarias
por el jaque del penúltimo verso.

Enraizando lastimadas sobre la tinta,
apuntando al tragaluz amable,
que me recuerda el uebo que mi razón quita.

Disculpa las palabras de un cobarde,
mientras las danzas no escritas marchitan
y que tal vez llegaron demasiado tarde.

RECUERDO DE RECUERDOS

Otro soneto, esta vez con tintes existencialistas.

                                 RECUERDO DE RECUERDOS



Un cauce seco y un mirto blanco
Serán los testigos de mi entierro,
Y un fútil reguero de agua estanco
Donde la muerte me ha de dar encuentro.

Difusa sombra, ambiente solitario,
Plañidera nata, todo fin eterno
Y olvido despidiéndose entre tanto
Para morir recuerdo de recuerdos.

Muerte letea, eterno sueño oscuro,
De los escarpes al estuario siendo,
De las soledades del cielo al mar.

Sedente lápida, raíz de un muro,
Que guarda una existencia en sus adentros,
Quedan surcos en la arena. Nada más

CARPE DIEM

Si el que tema que sigue ya fue tratado por Garcilaso en su soneto XXVIII o por Góngora en otra obra muy parecida, aquí yace mi respecto.

                                           CARPE DIEM


Sean ebúrneas órbicas orlas
las merecidas vestes de tu templo,
y la albadena que fucila y orna,
sidéreo son cuando te contemplo.

El jazmín al perfume que desborda,
dulcémele que enjalbega al viento,
insigne torre excelsa que destorma,
orea amasia que sojuzga al tiempo.

Incólume beldad no sempiterna,
las lágrimas de argenta sin lumbre
al epitafio y al somonte besan.

A la osamenta que nadie sepulcre,
paremia a alabastro exangüe recuerda,
bisbisa, cuan vana es su dulcedumbre.